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EL CONSEJO PASTORAL PARROQUIAL: DESAFÍOS Y OPORTUNIDADES

Desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia ha mostrado su decisión de provocar un cambio en los modos, estilos y métodos de llevar el espíritu de fraternidad, hermandad y servicio mostrados por Jesús, a los corazones de la humanidad.

Este espíritu de cambio ha llevado a la Iglesia a reformar su estructura, intentando volverla más flexible, más cercana a los pobres y más apegada a la realidad de los tiempos. Su espíritu de cambio ha tratado de llegar hasta el nivel más elemental, básico y esencial de su estructura: la parroquia.

Sin embargo, como lo afirma el Papa Francisco: “Tenemos que reconocer que el llamado a la revisión y renovación de las parroquias todavía no ha dado suficientes frutos en orden a que estén todavía más cerca de la gente, que sean ámbitos de viva comunión y participación y se orienten completamente a la misión”.[1]

Este escrito se enfoca en ahondar en la vida del Consejo Pastoral Parroquial, mostrando alguno de los desafíos y oportunidades existentes, que deben ser atendidos para volverla el ente de comunión, cercanía y orientación misionera requerido. La reflexión de este escrito fue enriquecido con la experiencia vivida como Vicepresidente Parroquial en la parroquia Santa Teresa de Jesús ubicada en el barrio de Mapasingue Oeste de la ciudad de Guayaquil – Ecuador. 
 

EL CONCEPTO DE PARROQUIA


La parroquia es la Iglesia más cercana a los ojos y oídos de las personas. Las prácticas y actuaciones que en ella se realicen, así como su cuidado, intenciones y vida son esenciales, porque conforman la percepción, el sentido de Iglesia e inspiración que las personas puedan tener. En palabras del Papa Francisco, “la parroquia es presencia eclesial en el territorio, ámbito de la escucha de la Palabra, del crecimiento de la vida cristiana, del diálogo, del anuncio, de la caridad generosa, de la adoración y la celebración”.[2]

El sentido de estas acciones que dan vida a la parroquia la empuja a perseverar en evitar ser una comunidad aislada, seca o cerrada. La parroquia “es comunidad de comunidades, santuario donde los sedientos van a beber para seguir caminando, y centro de constante envío misionero”.[3]

La lejanía, pobreza o ausencia de fe que pueda existir en una parroquia no es razón para dejar estéril la misión. Toda parroquia está llamada a estar viva, a acercarse y abrir las puertas a otras parroquias o comunidades, establecer lazos de solidaridad, y pedir ayuda, en caso se necesite.

Así, “la parroquia no es una estructura caduca… Si es capaz de reformarse y adaptarse continuamente, seguirá siendo la misma Iglesia que vive entre las casas de sus hijos y de sus hijas. Esto supone que realmente esté en contacto con los hogares y con la vida del pueblo, y no se convierta en una prolija estructura separada de la gente o en un grupo de selectos que se miran a sí mismos”.[4]

EL ESPÍRITU MISIONERO

El espíritu misionero empieza por ser sal y ser luz de este mundo[5]. No basta con ser sólo sal o ser sólo luz. Hay que ser ambas cosas a la vez.

Este espíritu invita a mover el corazón, a buscar un más en nuestras vidas y a preguntarse qué se puede hacer por Jesús para alegrar, ayudar, rescatar y salvar al pobre, excluido, marginado, rechazado o vilipendiado. El espíritu misionero está en la acción que se hace por y para el otro y que deja de lado todo ensimismamiento o egolatría: “La vida se alcanza y madura a medida que se la entrega para dar vida a los otros”.[6]

Vivir el espíritu misionero es preocuparse por ser buena noticia, más que anunciar la buena noticia. Es salir de sí mismo e ir al encuentro del otro para ser su esperanza y alegría. Es: “Salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio”.[7]

Dar vida y hacer práctico el espíritu misionero a través de un trabajo misionero es el sentido mismo de la existencia de una parroquia. “La Iglesia está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre”.[8] 

EL CONSEJO PASTORAL PARROQUIAL

El trabajo misionero por principio es comunitario. “Id y haced que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo lo que os he mandado”[9], fue el mandato que Jesús dio a los suyos, a sus discípulos. En la parroquia la comunidad de trabajo misionero se hace visible en el Consejo Pastoral Parroquial. “El Consejo pastoral parroquial se fundamenta en la práctica de Jesús, quien eligió a hombres y mujeres para formar una comunidad de discípulos y enviarles a predicar el Reino de Dios”.[10] Sus principios, actuaciones y su integridad con el espíritu misionero son de vital importancia para el logro de convertir a las parroquias en “un lugar de transmisión de la fe y testimonio de la caridad”.[11]
 

Los Estatutos Pastoral y Económico


Con la intención de establecer un marco normativo que guíe las actuaciones del Consejo Pastoral Parroquial, la Iglesia ha elaborado los Estatutos pastoral y económico. En ellos se establece la normativa de la naturaleza del ente, su competencia, organización y rol de sus integrantes y manejo económico.

Los Estatutos pastoral y económico están llamados a dictar el sentido que el Consejo Pastoral Parroquial debe asumir. En él se debe explicitar los principios que deben guiar toda actuación pastoral de sus miembros. Sin embargo, al revisar este tema con minuciosidad se encuentra una contradicción que en la práctica ha traído consecuencias.

El Papa Francisco es claro al decir: “La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan.”[12] La iniciativa, participación, involucramiento, acompañamiento, sentido de comunidad y espíritu misionero son los principios que deben primar en toda organización pastoral de la Iglesia.

Al empezar a definir el sentido del Consejo Pastoral Parroquial, los Estatutos, en su introducción, afirman que “el Consejo pastoral es una instancia de comunión y participación de todas las vocaciones del pueblo de Dios: sacerdotes, religiosos y laicos”.[13] Pone en relieve el espíritu de comunión y participación de cada uno de sus miembros. Sin embargo, a medida que continúa el escrito, el principio de participación se lo sustituye por el de consulta. Así, el Art 1. Del Estatuto Pastoral norma que “El Consejo pastoral parroquial es una instancia de comunión, consulta y corresponsabilidad eclesial”.[14]

Este cambio que quizá en un inicio puede ser considerado de forma, en la práctica ha sido de fondo. El Derecho Canónico 536 en su última parte afirma: El Consejo Pastoral tiene voto meramente consultivo, y se rige por las normas que establezca el Obispo diocesano. Es claro entender que ante ausencia del Obispo diocesano, en la parroquia quien imprime las normas es el Párroco.

Y es aquí cuando se refleja la contradicción, pues al dejar de lado el principio de participación, hacer que el voto del Consejo Pastoral sea meramente consultivo y regirse tan sólo por las normas que establezca el Obispo diocesano o, en su defecto, el párroco de la parroquia, se quita la naturaleza comunitaria, se priva a los miembros de ese espíritu de involucramiento y participación que pide el Papa y se deja el destino del espíritu y actuaciones del Consejo Pastoral al estilo de liderazgo que impregne el párroco de turno.

De este craso error se han valido párrocos para expulsar de las parroquias comunidades religiosas que están en contra de su estilo autoritario y egocentrista o para disfrazar sus ambiciones personales y egoístas bajo el paraguas de autoridad y legitimidad, que ante el desconocimiento, credulidad e inocencia de los fieles han podido realizar sus oscuros deseos.

Pese a esta contradicción, el desafío que se presenta es que los laicos puedan hacer respetar el sentido comunitario, participativo y de corresponsabilidad que debe imperar en el Consejo Pastoral Parroquial. De su realización dependerá el recto camino que siga. 

Conformación del Consejo Pastoral Parroquial


El sentido comunitario invita a aceptar y buscar la diversidad, y tener un espíritu de apertura hacia nuevos integrantes. La diversidad fortifica la personalidad de la comunidad y amplía su visión.

Los Estatutos pastoral y económico norman la composición del Consejo Pastoral Parroquial. El art. 3 determina: “El Consejo pastoral estará conformado por miembros natos y elegidos. Los miembros natos son: el Párroco (Presidente), el Vicario parroquial, y los Presbíteros y Diáconos que presten servicio habitual en la Parroquia. Los miembros elegidos son: los coordinadores de Catequesis, Liturgia, Caritas, Formación, Familia, Jóvenes, Ministros extraordinarios de la Palabra y Comunión y de otros servicios pastorales; un delegado de cada Comunidad religiosa inserta en la Parroquia; y un delegado de cada Movimiento, Comunidad y asociación laical integrados a la Parroquia.”[15] Este artículo asegura la diversidad y reconoce la necesidad de integrar en un mismo ente a todas las vocaciones presentes en una sociedad, es decir, sacerdotes, religiosos y laicos.

El Papa Francisco reconoce también esta verdad y así como hace un llamado a las parroquias a ser una casa de puertas abiertas, también invita a las otras comunidades eclesiales a integrarse a la vida de la parroquia: “Las demás instituciones eclesiales, comunidades de base y pequeñas comunidades, movimientos y otras formas de asociación, son una riqueza de la Iglesia que el Espíritu suscita para evangelizar todos los ambientes y sectores… Pero es muy sano que no pierdan el contacto con esa realidad tan rica de la parroquia del lugar, y que se integren gustosamente en la pastoral orgánica de la Iglesia particular. Esta integración evitará que se queden sólo con una parte del Evangelio y de la Iglesia, o que se conviertan en nómadas sin raíces”.[16]

Aceptar el desafío de reconocer y aceptar la diversidad e involucrar, llamar y acoger a distintas comunidades eclesiales al seno del Consejo Parroquial, invita a sus integrantes a hablar con un espíritu tolerante, respetuoso y participativo; a estar abierto a nuevas formas de pensar; a conciliar principios y esfuerzos comunitarios; a establecer un estilo democrático en la participación; y a tener un espíritu de escucha y consenso. Atender este desafío es una tarea pendiente en muchas parroquias (principalmente donde el estilo autoritario impera), pero es importante hacer esfuerzos por lograr su plena realización. 

El estilo de liderazgo del párroco


El Párroco es el representante eclesial y portavoz del espíritu de la Iglesia en la parroquia. Su presencia, actitud, actuación y estilo de liderazgo influye sin lugar a dudas en el comportamiento, devoción y participación de los fieles tanto en los actos religiosos como en las actividades pastorales. Al punto de llegar a convertirse en referente y ejemplo para las actuaciones de muchos.

El estilo de liderazgo del párroco debe ser armonioso con el estilo misionero que busca impregnar la Iglesia en toda su estructura. Un estilo que permita hacer de la parroquia “un lugar de transmisión de la fe y testimonio de la caridad”.[17]

Ser portavoz de la fe y testimonio de la caridad son mandatos que deben vivir en el estilo de liderazgo del párroco y que debe reflejarse tanto en los actos litúrgicos - religiosos como en toda actuación dentro del Consejo Pastoral Parroquial y de la parroquia en general. Ser testimonio de la caridad significa evitar una actitud de imposición, de cero escucha, de dominio, de no apertura, de manipulación o de búsqueda de espacios de poder. Pues como afirma el Papa Francisco: “Llama la atención que aun quienes aparentemente poseen sólidas convicciones doctrinales y espirituales suelen caer en un estilo de vida que los lleva a aferrarse a seguridades económicas, o a espacios de poder y de gloria humana que se preocupan por cualquier medio, en lugar de dar la vida por los demás en la misión”.[18]

Todo Párroco debe estar siempre atento a velar y cuidar su estilo de liderazgo, al punto de  evitar que caiga en la mundanidad espiritual expresada por el Papa Francisco: “La mundanidad espiritual, que se esconde detrás de apariencias de religiosidad e incluso de amor a la Iglesia, es buscar, en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana y el bienestar personal”.[19]

Que el estilo de liderazgo del Párroco esté acorde al estilo misionero puede llegar a ser un tremendo desafío. Pues muchas veces el aceptarlo y practicarlo en muchos párrocos representa un volver a nacer: “cuando la gente se enfrenta con una nueva corriente, con un nuevo sistema de valores que no es coherente con su estilo de vida particular – sea éste autoritario, permisivo o democrático –, debe nacer de nuevo”[20]. 
 

Participación y compromiso de los fieles


La participación de los fieles en el Consejo Pastoral Parroquial  empieza  por su consciencia de sentirse parte de él, es decir, de sentir que sus opiniones, ideas, conocimientos y sugerencias son valiosas y pueden aportar al servicio de la parroquia. Pero se cristaliza con el compromiso, responsabilidad y disposición para hacerlas realidad. Una participación que solo se limita a sugerir, opinar y hablar, sin comprometerse, fácilmente se degenera y se transforma en reproches, quejas y malestares. “La tentación aparece frecuentemente bajo forma de excusas y reclamos, como si debiera darse innumerables condiciones para que sea posible la alegría”.[21]

Una participación basada en la opinión, compromiso y disposición para hacerlas realidad rápidamente busca formas de fructificar. Lucha siempre por ser propositiva y no mantenerse en el relajado estado de sólo acatar. Se esfuerza por encontrar nuevas formas de servir, de realizar las cosas. No se limita, ni acepta límites impuestos por otros. No se encierra en búsqueda de la empatía con el párroco sino  que se concentra en el cumplimiento de la vocación y realización del espíritu misionero. Sueña y aspira en grande y rechaza con firmeza el paradigma del siempre se ha hecho así: “La pastoral en clave de misión pretende abandonar el cómodo criterio pastoral del siempre se ha hecho así. Invito a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades”.[22]

Una participación de este sentido es lo que se necesita en el Consejo Pastoral Parroquial, porque materializa el sentido de unión, comunión y mirada hacia fuera que debe existir. La fortalece y la protege de caer en el aislamiento. No se encierra en intereses particulares, ni caudillismos, acepta la diferencia y se esfuerza por la inclusión y participación de todos: “Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien”.[23]

Ciertamente mantener una participación animada, activa y comprometida es el desafío más importante que tiene un laico en la vida del Consejo Pastoral Parroquial. Pues el vaivén de la vida, los problemas familiares o laborales que se puedan suscitar, así como las ocupaciones que los apremian, pueden distraer la atención y apagar el fuego de la participación. Es importante estar siempre atentos y recordar que la participación, más que un servicio al Consejo Pastoral Parroquial, es un servicio al propio Jesús: “La alegría del evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús”.[24]

Los ritos litúrgicos y religiosos frente al sentido de misionero


El Papa Francisco ha exhortado a las parroquias lo siguiente: “Las parroquias tienen que estar en contacto con los hogares, con la vida de la gente, con la vida del pueblo. Tienen que ser casa donde la puerta esté siempre abierta para salir hacia los demás. Y es importante que la salida tenga una clara propuesta de fe. Se trata de abrir las puertas y dejar que Jesús salga afuera con toda la alegría de su mensaje”.[25]

Esta exhortación pone de relieve las dos intenciones que deben convivir y complementarse en la vida parroquial y que todo Consejo Pastoral Parroquial lo debe tener como bandera que guíe su actuación: “un lugar de transmisión de la fe y testimonio de la caridad”.[26]

Ser un lugar de la transmisión de la fe significa ser un lugar de encuentro con Jesús, con su espíritu y su profunda espiritualidad. Es intentar crear el ambiente que permita a los feligreses sentir en su corazón la paz de Cristo, experimentar el inmenso amor que nos tiene y desear hacer realidad el espíritu de fraternidad que debe imperar en nosotros. Es ser el lugar de vida del amor misericordioso y desinteresado que busca solo nuestra alegría y libertad, y que nos mueve a trabajar por los demás. Todo mensaje de transmisión de fe está llamado a centrarse en esto que es lo esencial y trascendental. “Una pastoral en clave misionera no se obsesiona por la transmisión desarticulada de una multitud de doctrinas que se intenta imponer a fuerza de insistencia. Cuando se asume un objetivo pastoral y un estilo misionero, que realmente llegue a todos sin excepciones ni exclusiones, el anuncio se concentra en lo esencial, que es lo más bello, lo más grande, lo más atractivo y al mismo tiempo lo más necesario”.[27]

Y es justamente cuando se pierde el sentido de lo esencial y transcendental en la transmisión de la fe cuando los ritos litúrgicos y religiosos dejan de acompañar y reforzar el espíritu misionero y fortalecer la intención de las parroquias de ser un lugar de testimonio de la caridad. Pues se centra en dar primacía a la magnificencia de Dios en lugar de su misericordia y amor de "madre"; se preocupa más en atención a los detalles que al aporte que pueda dar; y se olvida que su sentido es impregnar la pasión evangelizadora en otros, más que ser un momento de alivio espiritual.

Sin duda este es desafío trascendental y para muchas parroquias puede implicar reorganizar el enfoque de religiosidad acostumbrado a practicar. Pero su atención significa caminar bajo los pasos que el propio Jesús nos dejó.

Los desafíos aquí expuestos no son los únicos ni tampoco se aspira a que sean los más importantes. Cada parroquia en cada cultura experimenta distintos retos que impregnan distintos desafíos con distintas prioridades. Sin embargo, los desafíos aquí expuestos se consideran fundamentales de atender para lograr un correcto direccionamiento en la tarea del Consejo Pastoral Parroquial.  
 

CONCLUSIONES

 
Al ahondar en la vida del Consejo Pastoral Parroquial se pueden mencionar las siguientes conclusiones:
 
·         El Consejo Pastoral Parroquial es la célula básica de la parroquia. De su vida, acción propositiva, espíritu comunitario, centralidad en Jesús y claridad de su misión depende  que el mensaje del evangelio pueda llegar a los corazones de las personas.
 
·         El Consejo Pastoral Parroquial es un ente formado por todas las vocaciones de la sociedad: sacerdotes, religiosas y laicos. Su legitimidad se sustenta en el servicio y en la participación y trabajo conjunto de todos.

·         El Consejo Pastoral Parroquial debe fundarse en el espíritu misionero de Jesús, que trabaja por los más necesitados y evita convertirse en un círculo de selectos u oficina de turno. 

·         El Párroco dentro del Consejo Pastoral Parroquial debe tener un espíritu de escucha, inclusión y propuesta. Evitando ser quien lo domina y más bien animando para que sus acciones sean fiel reflejo del espíritu de todos los miembros que lo conforman

·         El Consejo Pastoral Parroquial vive en la medida que los laicos se involucren, participen, estén dispuestos a dar lo mejor de sí, velen por su desempeño y sean verdaderos promotores de amor, servicio y solidaridad.

·         El Consejo Pastoral Parroquial debe convertirse en el núcleo de encuentro de toda comunidad eclesial, de todo esfuerzo religioso y de toda iniciativa social. Un espíritu de apertura, inclusión, escucha y consenso es requerido para el cumplimiento de su misión. 

COMPARTIR DE VIDA

A raíz del estudio de eclesiología realizado en el 2017, se sintió la necesidad de participar más activamente en la iglesia. El camino recorrido hizo que ocupe el cargo de Vicepresidente Parroquial. El papel de Vicepresidente Parroquial permite tener la visibilidad del servicio presente en el Consejo Pastoral Parroquial, así como también de las relaciones humanas existentes. En este camino de sentir y gustar la experiencia se ha podido encontrar tanto desolaciones como consolaciones

La primera desolación que se encontró fue una falta de claridad de lo que el Consejo Pastoral Parroquial es. En el mejor de los casos se lo concebía como un ente rector, administrativo y de control cuyo espíritu tan sólo se refería a la letra muerta contenida en los estatutos, mientras que en el peor de los casos se lo veía como un órgano que debe seguir los deseos y aspiraciones de unos pocos. Por eso razón este escrito fue elaborado con la intención de proporcionar un propósito y una visión al trabajo del Consejo Pastoral Parroquial. Más que ser un plan de acción particular, el objetivo fue plasmar los principios constitutivos universales básicos que sirvan de inspiración para la participación y actuación de cada uno de sus integrantes.

La siguiente desolación encontrada se evoca al tema de la actitud de servicio encontrado. El Consejo Pastoral Parroquial al ser un ente de la Iglesia, se sobre entiende que el espíritu que debe reinar en los miembros sea de entrega y total disposición, apertura y mirada positiva, esperanza y amor. Sin embargo, en la mayoría de los frentes del servicio esto no ha sido lo común. Lo común ha sido ver una generosidad limitada, muchas veces atada a intereses personales o a una actitud de imposición; una búsqueda de protagonismo; una falta de confianza y esperanza en el planteamiento de objetivos grandes; ausencia de participación; respuestas negativas ante nuevos proyectos; una fe encerrada en sí mismos, sin ser capaz de buscar medios para salir al encuentro del otro. Esta realizad que sin duda existe en toda organización humana es un desafío para la tarea de liderazgo. Un liderazgo que sea capaz de dar ejemplo, inspirar corazones y trazar un camino. Un liderazgo que sea capaz de encauzar la actitud de servicio en su justo sentido: misericordia, espíritu misionero y de verdadero servicio. Un liderazgo que no sólo sea eclesial, sino también laical.

Pese estas dos fuertes desolaciones, la mayor consolación fue encontrar la ilusión y la entrega de persona que buscan participar de las tareas de la iglesia. Personas que llegan con espíritu sano, sin egoísmo y con una predisposición a dar más de si cada día. Estas personas sin lugar a duda representan la esperanza de la Iglesia. Una esperanza que debe ser bien guiada para evitar se contamine del negativismo o falta de colaboración que puede haber dentro de la organización, y que sepan luchar por si mismos para ser contraparte y equilibrio; y ayuden a que el bien siempre prevalezca.

La Iglesia como institución humana siempre será imperfecta. Nunca será divina, ni perfecta. Es importante tener esto claro. Por eso es necesaria la presencia de Jesús en nuestros corazones. Una presencia que nos permita discernir con un corazón de carne que sienta las necesidades del otro y actuar de tal forma que asuma los dolores del otro como propios. Una Iglesia misionera solo es posible cuando Jesús se convierte en el centro de toda actuación pastoral. 
 

BIBLIOGRAFÍA

 
·       Santo Padre Francisco, El video del Papa, Red Mundial de Oración del Papa, www.elvideodelpapa.org

·         Santo Padre Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, Buena Prensa, México, 2015

·         Covey Stephen, El Liderazgo centrado en principios, Paidós Empresa, Barcelona, 1993


[1] Santo Padre Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, Buena Prensa, México, 2015, pág. 27
[2] Ibíd., 26
[3] Ibíd., 26
[4] Ibíd., 26
[5] Mt 5, 13 - 16
[6] Santo Padre Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, Buena Prensa, México, 2015, pág. 10
[7] Ibíd., 20
[8] Ibíd., 40
[9] Mt. 28, 19 - 20
[10] Estatutos pastoral y económico, Introducción, pág. 3.
[11] Santo Padre Francisco, El video del Papa, Red Mundial de Oración del Papa, www.elvideodelpapa.org
[12] Santo Padre Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, Buena Prensa, México, 2015, pág. 21
[13] Estatutos Pastoral y Económico, Introducción, pág. 3
[14] Ibíd., 5
[15] Ibíd., Art.3, pág. 5
[16] Santo Padre Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, Buena Prensa, México, 2015, pág. 27
[17] Santo Padre Francisco, El video del Papa, Red Mundial de Oración del Papa, www.elvideodelpapa.org
[18] Santo Padre Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, Buena Prensa, México, 2015, pág. 66
[19] Ibíd., 75
[20] Covey Stephen, El Liderazgo centrado en principios, Paidós Empresa, Barcelona, 1993, pág. 226
[21] Santo Padre Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, Buena Prensa, México, 2015, pág. 8
[22] Ibíd., 30
[23] Ibíd., 3
[24] Ibíd., 3
[25] Santo Padre Francisco, El video del Papa, Red Mundial de Oración del Papa, www.elvideodelpapa.org
[26] Ibíd.
[27] Santo Padre Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, Buena Prensa, México, 2015, pág. 31

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