LA RECONCILIACIÓN
Presentación.
Cuántas veces sentimos que nuestro día a día sobrepasa nuestras fuerzas; que las responsabilidades, problemas, adversidades o tristezas son tan grandes que no podemos con ellas. La intranquilidad, el vacío o la ansiedad muchas veces nos colman y somos incapaces de encontrar la paz. Buscamos solución en el exterior, como si el remedio se encuentra afuera, en una fiesta, en una salida, en una bebida o en una pastilla. No logramos ver la verdad y lejos de encontrar la paz, nuestra vida se vuelve más tórrida día a día.
La solución empieza por reconocer que la paz no depende del hombre. La paz es una gracia de Dios. Proviene de Él y se la obtiene a través de Él. Sólo si disponemos nuestros corazones para que entre Dios, podremos encontrar la paz. Por eso la solución está en nuestro interior: en nuestra capacidad de ser humildes, reconocer que solos no podemos y que es necesario abrir nuestro corazón a la gracia de Dios.
La mejor forma de permitir que Dios esté presente en nuestra vida es a través de la oración. La oración es el vínculo más perfecto que puede existir entre Dios y los hombres. Es la forma en que podemos comunicarnos con él, sentir su paz y renovar nuestras vidas. La oración es el medio para disponer nuestros corazones, pero la presencia de Dios en nuestras vidas siempre será una gracia, que hay que pedirla con humildad y perseverancia.
Con ese espíritu dispongámonos hoy a vivir este encuentro con Dios a través de este rato de oración.
Señor Dios. Bendícenos con tu presencia y tu amor misericordioso. Capaz de encender nuestros corazones y de dar vida a aquello que ha perdido la esperanza. Despierta en nosotros el deseo de buscar a Jesús, de comprender su mensaje, para que a través de las buenas obras y del servicio a quien más lo necesita, ser testigos de su amor y fuentes de transformación del mundo. Para la mayor gloria de Dios. Te lo pedimos de corazón. Amén
Canto.
Ven espíritu ven
Encendido de vela.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!». Palabra del Señor
(Compartir de la Palabra)
Materiales: Papel, pluma, platos, vela.
Cada uno de los participantes reflexiona sobre su vida y trae a su mente las acciones realizadas en los últimos meses, intenta reconocer aquellas cosas que le han impedido estar cerca de Dios. Toma un papel y una pluma y las escribe.
En un momento de compartir cada persona que desee comparte aquellas cosas y los sentimientos que le produjeron recordarlas. No es obligación que todos compartan. El compartir debe ser un acto de libertad.
Luego de terminar el momento de compartir cada persona toma su papel y se dispone a quemarlo, pidiendo de corazón tener el valor que al hacerlo no lo vuelva a repetir. Todo esto lo debe hacer con total arrepentimiento y disposición de cambiar ese estilo de vida que le llevo a actuar mal.
Presentación.
Cuántas veces sentimos que nuestro día a día sobrepasa nuestras fuerzas; que las responsabilidades, problemas, adversidades o tristezas son tan grandes que no podemos con ellas. La intranquilidad, el vacío o la ansiedad muchas veces nos colman y somos incapaces de encontrar la paz. Buscamos solución en el exterior, como si el remedio se encuentra afuera, en una fiesta, en una salida, en una bebida o en una pastilla. No logramos ver la verdad y lejos de encontrar la paz, nuestra vida se vuelve más tórrida día a día.
La solución empieza por reconocer que la paz no depende del hombre. La paz es una gracia de Dios. Proviene de Él y se la obtiene a través de Él. Sólo si disponemos nuestros corazones para que entre Dios, podremos encontrar la paz. Por eso la solución está en nuestro interior: en nuestra capacidad de ser humildes, reconocer que solos no podemos y que es necesario abrir nuestro corazón a la gracia de Dios.
La mejor forma de permitir que Dios esté presente en nuestra vida es a través de la oración. La oración es el vínculo más perfecto que puede existir entre Dios y los hombres. Es la forma en que podemos comunicarnos con él, sentir su paz y renovar nuestras vidas. La oración es el medio para disponer nuestros corazones, pero la presencia de Dios en nuestras vidas siempre será una gracia, que hay que pedirla con humildad y perseverancia.
Con ese espíritu dispongámonos hoy a vivir este encuentro con Dios a través de este rato de oración.
Oración Inicial.
Señor Dios. Bendícenos con tu presencia y tu amor misericordioso. Capaz de encender nuestros corazones y de dar vida a aquello que ha perdido la esperanza. Despierta en nosotros el deseo de buscar a Jesús, de comprender su mensaje, para que a través de las buenas obras y del servicio a quien más lo necesita, ser testigos de su amor y fuentes de transformación del mundo. Para la mayor gloria de Dios. Te lo pedimos de corazón. Amén
Canto.
Ven espíritu ven
Encendido de vela.
Oración: Jesús, que el encender esta vela nos ayude a preparar los corazones de cada uno de los que formamos esta
familia para tu llegada. Que aprendamos a ser humildes, desechando toda
pretensión, orgullo, envidia, mala intención o sentimientos negativos que
pueden estar arraigados en nuestro corazón. Y podamos disponer nuestra vida al
servicio tuyo.
(Encender
la vela. Mientras se enciende la vela pedir la gracia de sentir su presencia).
Lectura del
santo evangelio según san Marcos (13,33-37):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!». Palabra del Señor
(Compartir de la Palabra)
Dinámica
Materiales: Papel, pluma, platos, vela.
Cada uno de los participantes reflexiona sobre su vida y trae a su mente las acciones realizadas en los últimos meses, intenta reconocer aquellas cosas que le han impedido estar cerca de Dios. Toma un papel y una pluma y las escribe.
En un momento de compartir cada persona que desee comparte aquellas cosas y los sentimientos que le produjeron recordarlas. No es obligación que todos compartan. El compartir debe ser un acto de libertad.
Luego de terminar el momento de compartir cada persona toma su papel y se dispone a quemarlo, pidiendo de corazón tener el valor que al hacerlo no lo vuelva a repetir. Todo esto lo debe hacer con total arrepentimiento y disposición de cambiar ese estilo de vida que le llevo a actuar mal.
Que permita transformar, nuestro corazón
Haciéndolo más humano, más dispuesto
Más sencillo, y más sincero
Para ponerlo al servicio
Del más necesitado. Amén
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